Conducción defensiva o cómo evitar accidentes
La conducción defensiva es una actitud permanente, gracias a la cual podrás evitar pequeños incidentes y también siniestros graves.
Muchos conductores olvidan que la siniestralidad no siempre depende de uno mismo. No basta con acatar las normas de tráfico para evitar accidentes. Conducir es un acto social, compartimos el espacio con otros conductores, por lo que es imprescindible estar atentos para prever cualquier acontecimiento desagradable.
Precisamente una de las bases de la conducción defensiva consiste en fomentar la anticipación del conductor, aprender a ver la situación antes de que se torne peligrosa e intentar evitarla. Un conductor que observa de manera activa, obtiene información, selecciona, compara, toma una decisión adecuada y la pone en práctica. Todo ello en un lapsus de tiempo ínfimo, también conocido como tiempo de reacción.
Para conseguirlo el conductor ha de estar concentrado, sin distracciones. Si celular, sin comida, cigarrillos, etc. Tiene además que estar en un buen momento físico, psíquico y anímico. De lo contrario, lo ideal sería que no condujera, cosa que no siempre es factible. No obstante, un conductor que practica habitualmente la conducción defensiva será capaz de prever los problemas derivados de no encontrarse en plena forma.
Conocer los diferentes factores de riesgo es crucial en la conducción defensiva. El estado en que se encuentra el auto, el estado de las calles, el clima, las acumulaciones de tráfico, la señalización, las actitudes del resto de conductores son algunas de las variables que el conductor debe conocer.
Un conductor ha de ser versátil, deberá adaptarse al medio para dar una respuesta adecuada a cada situación que se le presente y en cuestión de segundos. Una respuesta que nos permita a nosotros mismos y al resto de personas implicadas, salir airosos de la situación.
Todo ello en un marco de tolerancia, de responsabilidad y de sensatez. En resumen, de madurez social.
